Abstracto:
El avance continuo de la tecnología de dispositivos médicos ha llevado a un aumento dramático en la cantidad de dispositivos implantables que utilizan electrónica integrada. Por ejemplo, los dispositivos utilizados para tratar la arritmia cardíaca (incluidos los marcapasos y los desfibriladores automáticos implantables (DAI)) con frecuencia contienen sensores para monitorear los latidos del corazón, memoria integrada para registrar esos datos, procesadores para determinar qué terapia se requiere y circuitos para generar impulsos eléctricos o choques para corregir el funcionamiento del corazón.
Sólo en Estados Unidos, cada año se implantan más de 300,000 dispositivos para arritmia cardíaca, entre los que se incluyen marcapasos y DAI. Los implantes de neuroestimuladores, como los estimuladores de la médula espinal, que se utilizan para tratar el dolor crónico, también están aumentando a medida que llegan nuevos productos al mercado. El número de dispositivos médicos implantados que contienen dispositivos electrónicos a bordo seguirá aumentando a medida que avancen las tecnologías para mantener y mejorar la vida.
Al mismo tiempo, el uso de dispositivos eléctricos externos se ha vuelto omnipresente. Cada uno de estos dispositivos es capaz de generar radiación electromagnética (REM) que puede interrumpir o dañar los dispositivos electrónicos implantados. Si bien la Unión Europea (UE), la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de EE. UU. y otras organizaciones cuentan con regulaciones para ayudar a minimizar la cantidad de interferencia electromagnética (EMI) creada, algunas cantidades son inevitables y, en raras ocasiones, se pueden generar cantidades aún mayores. circunstancias o en caso de mal funcionamiento del dispositivo. Por lo tanto, se deben emplear medidas preventivas, incluido el blindaje y el filtrado de EMI, para proteger de daños tanto los dispositivos médicos implantables como a sus pacientes anfitriones.
Publicación:
Publicado:
Abril de 2019